El periodista cuenta la historia detrás de «La salud de los Papas», una investigación que puso en la superficie muchos secretos que el Vaticano mantuvo guardados durante siglos.
Por Rodrigo Calegari para NA.
La historia del libro tiene tantas intrigas como las 256 páginas que ya agotaron su primera edición en las librerías a las pocas horas de su lanzamiento. “La salud de los Papas” es una investigación rigurosa que a Nelson Castro y a su equipo les llevó más de cuatro años de realización. Un trabajo que contó con el guiño del Papa Francisco, tal vez el autor intelectual de este proyecto, con secretos que el Vaticano ya no quiere guardar, especialmente desde que Jorge Bergoglio fue ungido como Pontífice.
La idea del libro surgió en el 2013 cuando Francisco le pidió a Nelson Castro que lo escribiera. “En el 2017, tras el lanzamiento de “Scholas Ocurrentes” se nos acercó para saludarnos y me recordó señalándome con el dedo: “Ya le dije que tiene que hacer un libro sobre la salud de los papas. Empezando conmigo. Yo le voy a contar todas mis neurosis. Arrégleselas como pueda para conseguir los materiales, pero yo voy a hablar”.
La entrevista de la que habla Francisco, se concretó dos años más tarde, el 16 de febrero de 2019 y es la misma que hace unos días tuvo alto impacto global. “Voy a morir en Roma, a la Argentina no vuelvo”.
Era una primicia difícil de guardar porque sigue pendiente en la agenda del Sumo Pontífice una visita a su tierra natal. Un viaje que se le reclama a Francisco desde que le tocó dirigir los destinos de la Iglesia Católica, el 13 de marzo de 2013, luego de que su antecesor Benedicto XVI se retirara del papado activo para ser papa emérito. “Francisco de ningún modo me dijo que no vendría nunca a la Argentina, él me hablaba de su muerte, como papa o como papa emérito”, aclara Nelson Castro porque sabe tremendo título también generó ambigüedades.
El libro relata la historia clínica de los pontífices desde León XII hasta Francisco. Describe de manera detallada cómo era la salud de los líderes de Roma cuyas enfermedades físicas o psíquicas tuvieron incidencia directa en muchas de sus decisiones. Sospechosas muertes como la de Juan Pablo I, quien amaneció sin vida 33 días de haber asumido su papado y el rumor palaciego era que lo habían asesinado con un té envenenado.
– Es algo que no se va a saber nunca. – explica Nelson Castro – Hay muchas verdades. Esta es la investigación más completa a nivel internacional sobre la muerte de Juan Pablo I. Nosotros hablamos con Luciano Raimondi que nos dijo: “Yo lo maté al Papa”. Cosa que yo no creo. Pero en el libro está, contado por él. Y consignamos todas las versiones que hay. Pero la muerte de Juan Pablo I tiene “pecados originales” que harán imposible despejar cualquier duda. No hubo autopsia ni examen toxicológico, de modo que todo lo que se diga no tiene una evidencia contundente como puede ser la científica. También se falsificó el dato de la Hermana Vicenza, que fue la persona que lo encontró muerto. Se dijo que había sido su secretario privado porque el Vaticano consideró en su momento escandaloso revelar que una mujer entrababa a la habitación de un papa.
– ¿Hubiera escrito igual el libro sin la entrevista con Francisco?
-Como no sabíamos si la entrevista finalmente se iba a concretar, planteamos dos libros: uno con reportaje y otro sin. Por supuesto que la diferencia iba a ser abismal a pesar de que sabíamos que sin la nota lo otro también tendría un fuerte impacto porque ya habíamos tenido acceso al archivo del Vaticano. Un trabajo excepcional de Marina Artusa. La entrevista era el elemento que faltaba y lo coronaba como un libro único.
– ¿Y con qué Francisco se encontró?
-Salió una entrevista extraordinaria que duró una hora y cuarto a pesar de que se había pautado por 20 minutos. Cuanto terminamos el Papa me pregunto qué iba a hacer con sus declaraciones y le respondí claramente que las iba a utilizar en el libro. Y ahí el me dijo: “Espero que así sea”. Con ese pacto de palabra entre ambos por supuesto que la conversación iba a quedar embargada hasta que saliera la publicación. Así que se enteró muy poca gente de que habíamos hecho la entrevista y los pocos que se enteraron me bombardearon durante mucho tiempo para que yo les diera un anticipo.
– ¿Le sorprendió que Francisco le dijera que no iba a volver a la Argentina?
-No me sorprendió. Yo por supuesto que la puse textual sin agregarle nada. Mi pregunta fue cómo imaginaba su muerte. Y él fue claro: “Como Papa o como Papa emérito, pero no vuelvo a la Argentina a vivir”. Por eso yo a veces lo aclaro: no vuelve a morir a la Argentina. Si vendrá de visita o no, no lo sé. Era una respuesta muy fuerte de todos modos porque en ese momento se había instalado el rumor de que él podría renunciar al papado y para volver a Buenos Aires. Entiendo el valor periodístico de una declaración tan contundente, pero a mí no me impacto tanto eso como que hablara de su psiquis.
En el libro, el papa Francisco abrió las puertas de su mente. Menciona una y otra vez sus neurosis a las que asegura que «hay que cebarles mate. No sólo eso, hay que acariciarlas también. Son compañeras de las personas durante toda la vida. Soy muy apegado al hábitat de las neurosis, es importante saber dónde chillan los huesos, dónde están y cuáles son nuestros males espirituales. Con el tiempo uno va conociendo sus neurosis», confesó Francisco en la entrevista.
– ¿Por qué cree que tenía necesidad de hablar de su psiquis?
– Que Francisco hable de sus neurosis, ¿es un mensaje para toda la Iglesia? Creo que puede leerse como tal. Un mensaje para los cardenales, los obispos, los sacerdotes, las religiosas y los creyentes. Creo que fue una decisión para presentarse como un hombre que está sometido a las tensiones que cualquier ser humano está sometido en este mundo. Y me parece que es una decisión muy importante porque expresa su humildad, la aceptación y la expresión de su humanidad y tal vez implícitamente representa un consejo para muchos sacerdotes o religiosos que pudieran estar viviendo momentos de angustia, de ansiedad. Trasladar esos atascos que provocan esas neurosis a profesionales, para saber manejarlas. Algo que es importante para cualquier persona sea lo que fuere: abogado, médico, trabajador, sacerdote, obispo, cardenal o papa.
– ¿Es buena o endeble la salud de Francisco?
– Más allá de sus dolores físicos y de cierto historial que ya se conoce sobre su estado general creo que Francisco tiene una salud muy buena. En estas horas estuve viendo como se desempeña en la gira por Irak, camina un poco rengo porque tiene pie plano y eso a veces le provoca dolor en la columna.
– ¿Es verdad o es un mito que le falta un pulmón?
– Eso se instaló producto de la mala información. No es que le falta un pulmón si no que le falta una parte de un pulmón. Me contó también que había sufrido un pre infarto, algo que tampoco se sabía ni siquiera en su entorno. Me reveló que lo habían operado de la vesícula, pero lo que más me interesó a mí fue cuando me contó sobre su necesidad de visitar a un psiquiatra. Ya era para mí un hecho extraordinario que quisiera hablar de su salud, pero mucho más de su psiquis. Que reconociera sus neurosis, de si miente o si no miente, si sueña si no sueña…. confesiones que servirían para el libreto de una película. Yo nunca me había imaginado algo así, nunca.
– ¿Qué es lo que más le impactó de la personalidad de Francisco?
– Me impactó su humanidad. El hecho de presentarse como lo que es: un hombre simple. Con afectos y sometido a las circunstancias por la que atraviesa cualquier persona. Presentarse como tal y no como un super hombre es para mí un hecho extraordinario.
– ¿Hablaron de la Argentina, de su relación con el país, de por qué no viene?
– No hablamos de eso. El tema fue la salud. Y ese fue el compromiso. Te podrás imaginar que tenía 80 mil preguntas para hacerle. Recuerdo que el Papa me dijo en el 2017 que él no extrañaba la Argentina, que lo que le preocupa de la Argentina son sus problemas de los cuales él está absolutamente al tanto. Por ende, la razón última no la sé. Me consta que en algún momento ha considerado la posibilidad del viaje y es algo que como posibilidad estará vigente durante todo su papado.
– ¿Qué país le describiría usted al papa Francisco?
– Creo que estamos en un país sin rumbo. Hay una frase famosa de Séneca que dice que cuando no se sabe a dónde se va, el viento a favor no te lleva a ninguna parte. Que se ve en hechos concretos como esta “Cristinización” de Alberto Fernández, sobre todo en el tema de la Justicia. Marca una contradicción entre lo que él sabe y debería hacer y lo que está haciendo. Y desde ese punto de vista es peor que lo de Cristina. Porque ella tenía un rumbo, malo, pero lo tenía. Y creo que Alberto no lo tiene.
– ¿Qué análisis pudo hacer del alegato de Cristina?
– Fue una puesta en escena. Cristina es una actriz frustrada, una persona con trastornos de personalidad. Fue toda una teatralización, el despacho que utilizó, la forma, el maquillaje. Una escenificación propia de quien no tiene argumentos. Más allá de que yo pienso que la de dólar futuro es una causa menor, que no va a terminar en la nada, como la criminalización de Macri por el acuerdo con el Fondo Monetario. Son causas en espejo, no va a pasar absolutamente nada. Cristina no dio un solo argumento, fue un ataque político producto de su situación débil y de su necesidad de centralidad. Debe haber sido para Cristina desde el punto de vista de su narcisismo un día de felicidad porque a ella le encanta que hablen de ella y tiene esa necesidad de crear enemigos permanentemente.
– ¿Por qué dice que Cristina tiene trastornos de personalidad?
– Ella hace girar todo en torno a su figura y eso la hace creer que es la mejor en todo. Y que los otros son la nada. Y eso se ve. Eso de creer que lo sabe todo y todo el mundo está equivocado es producto de su personalidad narcisista. Es un trastorno de su personalidad que tiene una incidencia clara en su accionar político.
– ¿En qué lugar colocó la pandemia de coronavirus al gobierno argentino?
– Puso al gobierno en un lugar en el que se expuso la mentira. El kirchnerismo es una gran mentira en sus postulados morales. Que por supuesto ha ganado volumen porque lo que hay enfrente también es malo. El fracaso del gobierno de Macri no es algo gratuito. Pero el kirchnerismo tiene esto de acomodar los hechos. Cuando se analiza la historia de Cristina de Néstor, se nota la mentira. Néstor Kirchner impedía las manifestaciones de los organismos de Derechos Humanos los 24 de marzo para no irritar a los militares, elogiaba a Menem. Cristina elogiaba a Domingo Cavallo. Hay algunas cosas que el fanatismo político las olvida. Lo que hicieron con las vacunas lo vio todo el mundo, inclusive la gente de adentro. Y expuso las mentiras, sobre todo una: cuando dicen “La Patria es el otro”, con lo de las vacunas demostraron que La Patria no es el otro, la Patria es algo propio. Es un elemento de apropiación para el privilegio. Cristina es la reencarnación de “El Estado soy yo”. Las crisis morales son mucho peores que las crisis económicas.
– ¿Cómo se sale de una crisis moral?
– La Argentina enfrenta un grave problema por la falta de liderazgos. La manera de salir es diseñando un camino común más allá de las diferencias. Para salir de estas crisis hay que tener liderazgo moral, y es una de nuestras carencias Argentina superó crisis económicas, pero una crisis moral es mucho más difícil de superar. No obstante, se puede cambiar el rumbo, siempre se puede. Si Alberto cumpliera con las promesas que hizo se podría pensar en un país distinto. Dijo que volvieron para ser mejores y que con él se acababan las divisiones. Cuando él cumpla eso se habrá dado un gran paso para salir de esta crisis.